Gustavo Ramos Perales y el caos de un creador que configura espejos

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«Un pesimista es un optimista con experiencia». — François Truffaut, director y actor francés


Imagínate si él hubiera optado por ser ninja. ¡Cuánto habría ganado su ensoñación infantil y cuánto habría perdido el arte! De guerrero japonés a boricua citadino, no hay forma de no reírse con su desparpajo. Y en este oficio escritural que se me apetece casi siempre serio, que se provoque la risa —incluso sin intención— es un acto de supremo entendimiento.

Sin duda, él pudiera ser algún personaje de sus relatos. Autoproclamado pesimista, con irresistible atracción hacia la ciudad, un proceso creativo sumamente caótico y heredero de la pasión artística, Gustavo —que muy bien podría adoptar otro nombre para propósitos de su caracterización en el papel en blanco— tiene mucho por narrar. Esto, particularmente en un mundo creador donde prima la velocidad, la prisa, la insistencia por contarlo todo, él —como guionista y director— aspira a la pausa y los silencios. Agradezco que me haya hecho sorber los símbolos y las metáforas, y que haya permitido que yo le tejiera —en la intimidad de mi propio universo imaginario— el final a su ópera prima. Y menciono como primera obra a la película El Chata sin descartar que ha realizado cortometrajes, documentales y otras propuestas visuales.

Alexon Duprey en su personaje de Samuel Vargas en “El Chata”. Foto suministrada.

Galardonado en variadas ocasiones y en diversas categorías, y ahora preseleccionado a los Premios PLATINO del Cine Iberoamericano, dicho proyecto cinematográfico —que cuenta con la majestuosa interpretación de Alexon Duprey como el protagonista— invadió la calma de mi noche cuando decidí acercarme al precipicio espectral de los fantasmas colectivos. Además, las actuaciones de Mariana Monclova, Modesto Lacén, José Gael Valentín, Camila Monclova, Carlos Miranda y Jerome Robles convergen en la alegoría de un cuadrilátero como “ficción” de la pelea, de la batalla existencial. A modo de un tipo de cuento corto, El Chata se me antoja todavía insondable en cuanto percibo que una sola vista a la película no es suficiente para abrazar la combustión de la trama.

Escena de “El Chata”. Foto suministrada.

Ciertamente y además de la virtud dispuesta de la palabra, Gustavo tiene la potente habilidad del agradecimiento. Parecería decir que el arte no es una competición sino un juego grave. Así, supo reconocer que escribió el personaje de Samuel Villegas para su gran amigo Alexon como «un premio a nuestra amistad» y que sin la participación del actor —quien se entregó con gran entusiasmo y estuvo transformando su cuerpo durante dos años— el filme no hubiera sido posible. Además, dio todas las gracias a Carmen Díaz y Annabelle Mullen en la faceta de producción. El editor Juanjo Cid, Willie Berríos como director de fotografía y Xenia Rivery en el guion forman parte del reconocimiento.

Escena de “El Chata”. Foto suministrada.

Por su parte, comenta que era un niño «salvajito» a quien sus progenitores le dieron total libertad. Quizás o seguramente, a esa experiencia libre de la creación se debe su carrera que no está exenta de pesimismo. «Yo siempre pienso que esto (refiriéndose a diferentes aspectos de la vida) no va a funcionar. Es como un mecanismo de defensa», confesó para agregar que el pesimismo es «la raíz para ser exitoso en la vida». No duda en reconocer que el primer día de rodaje de El Chata sintió pánico. Decidió salir y volver a entra al “set”. Fue como «si lo hubiera hecho toda la vida».

Con Lola Luna y Niko como sus hijos, Gustavo experimenta la preocupación acerca de cómo es el mundo en que crecerá especialmente su hija, sabiendo que las mujeres aún debemos luchar férreas por nuestras libertades y derechos, algo que de manera innata nos corresponde.

Finalmente, admite que quisiera continuar haciendo películas que aborden temas sociales, incluso alguna sobre la política de nuestro país. En la dirección, la próxima película tratará sobre la inmigración entre las islas del Caribe y la identidad. Y acerca de las críticas, «tengo la piel dura y el ego bajito».

Gustavo Ramos Perales, director de “El Chata”. Foto suministrada.

Se retiró de buen ánimo. Olvidé decirle que la claridad de su expresión y la certeza con la que habla de su versión de la realidad —admitiendo él que no existe una absoluta— son recursos inspirativos para quien escucha, atenta.

www.facebook.com/elchatapuertorico

Cartel de la película “El Chata”. Imagen suministrada.