La Fundación Nacional para la Cultura Popular entrevista a Gustavo Ramos

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Gustavo Ramos Perales no recuerda el día exacto en el cual decidió ser cineasta porque el cine fue “entrando poco a poco” en su vida. No obstante, recuerda y atesora los momentos cuando, con un amigo que vivía en Viejo San Juan, proyectaban películas en la azotea. Un día vieron “El lado oscuro del corazón” (1992), del cineasta argentino Eliseo Subiela (1944-2016), cuya trama está basada en la poética del argentino Oliverio Girondo (1891-1967); y en poemas del uruguayo Mario Benedetti (1920-2009) y del argentino Juan Gelman (1930-2014). El encuentro con esa película motivó a Gustavo a indagar. En esa travesía, se encontró de frente con una joya de la cinematografía de todos los tiempos: “El acorazado Potemkim”, clásico del cine mudo de 1925, dirigido por el cineasta ruso Serguéi M. Eisenstein (1898-1948).

Ramos Perales concluyó la filmación de la película el pasado verano. (Foto suministrada)

Esta película, la cual marcó un cambio en la estética del movimiento cinematográfico en muchos aspectos, llamó la atención de Gustavo, específicamente por la edición. Y, casi a punto de graduarse de la Universidad de Puerto Rico, el joven decidió estudiar cine en Europa.

Quien lo hereda no lo hurta. Gustavo nació el 30 de agosto de 1980; y creció entre artistas, en un ambiente feliz, como el tercer hijo del prestigioso dramaturgo puertorriqueño José Luis Ramos Escobar y Elena Perales. Mientras estaba en escuela intermedia, el joven escribía cuentos y poesía. Se graduó de Estudios Libres, antes de ingresar a la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, donde empezó a dirigir teatro estudiantil y profesional. Cuando se graduó de la UPR, fue a estudiar dirección de cine y producción en Séptima Ars, en Madrid. Ya en España, realizó dos cortometrajes en 16mm: “Negro” y “Frame”. También realizó videoclips, videoartes y propuestas visuales. Y fue seleccionado para el Festival de Gijón, por su propuesta visual “Madrid”.

Ramos Perales estudió tres años en la escuela de cine y se quedó un tiempo adicional viajando por España. “Todo era nuevo para mí, no solo el cine, también la sociedad. Allá la vida social es en la calle; en Puerto Rico, se acostumbra a invitar a los amigos a la casa. Me costó adaptarme, pero lo logré: enfrenté mis miedos y mis prejuicios. Pertenezco a la última generación que estudió cine en celuloide. En los trabajos que hice, muchas veces fui el guionista y el director. Hacíamos audiciones en escuelas de actuación. Allá hay una conciencia creada de que los estudiantes hacemos cine sin dinero, de modo que muchos actores están dispuestos a colaborar y son más tolerantes. Yo estaba echando semillas, buscando mi narrativa y mi forma. Me fui siendo un niño y regresé siendo un hombre”, indicó.

El drama plantea como idea principal la duda sobre la posibilidad de cambiar el destino. (Foto suministrada)

El cineasta, quien pensaba quedarse en España, de repente volvió a Puerto Rico en 2007, junto con su esposa española y su primer hijo, nacido en Madrid. Una vez acá, buscó trabajo. Fue el productor y editor de la mini serie “En la malla”, dirigida por Alexon Duprey para el Canal 6; y escribió, en colaboración con su padre, el guión de la película “La Sonora Ponceña”. Además, Alexon Duprey fundó una compañía cibernética, de contenido variado; y Gustavo la corría con él. Los dos compañeros cineastas desarrollaron muchos cortometrajes para la mencionada compañía.

Cuando Ramos Perales regresó a Puerto Rico, acostumbrado a la realidad europea, tuvo que readaptarse a la verdad de la isla que lo vio nacer. “Llegué con ilusiones de integrarme a Puerto Rico y, de repente, me encontré con una especie de caos calmado. La gente seguía yendo y viviendo a sus trabajos; pero yo tenía estrés. Eso hizo que me cuestionara muchas cosas”, confesó el cineasta.

El primer evento que marcó un nuevo comienzo para el artista lo encontró el mismo día que regresó al País. “Cuando intentaba conciliar el sueño después de un largo día, me estremecieron unos desesperados gritos de un niño que le imploraba a alguien: ¡No mates a mi papá! Ese desgarrador grito de súplica precedió una ráfaga de tiros”. De un golpe, Gustavo cayó sentado en su cama, impresionado, más que nada por la indiferencia de los vecinos. Días después, cuando fue a reconocer su barrio, vio muchas casas vacías y muchas personas sin hogar. Se encontró con un amigo, que tenía llagas por todo el cuerpo. A los cinco días, mataron a ese amigo. Todas esas experiencias, entre otras más, lo ayudaron a crear la historia de su primer largometraje, próximo a estrenar, “El chata”.

Al cineasta le tomó 12 años delinear la historia de la película. (Foto suministrada)

El título de este trabajo alude a la persona “aguanta golpes” o punching bag en el argot de entrenamiento del boxeo. La película se desarrolla en Las Curias, un barrio de Cupey, a donde regresa el protagonista (Samuel) después de cumplir ocho años en la cárcel. Samuel, quien aspira regresar al boxeo, encuentra que las cosas han cambiado: nuevas personas, nueva música, nuevas drogas. Su antiguo entrenador (Joe) se concentra en un nuevo boxeador (Víctor). Samuel tiene que hacerse camino y acepta ser chata (sparring) del nuevo boxeador. Conforme se explica en la promoción oficial de la película, “ésta es la historia de unos personajes predeterminados al fracaso. Y el de Samuel, como el de cada uno de los personajes, es el fracaso de un País. Samuel encarna el desencanto de un pueblo, cuyas expectativas superan la realidad. Este drama nos plantea como idea principal la duda sobre la posibilidad de cambiar o no un destino predeterminado”.

“El chata” se filmó en 30 días y se terminó en julio de 2016. Aunque tuvo una preproducción de tres meses, la película se estuvo planificando por ocho años; y Ramos Perales estuvo 12 años desarrollando su libreto. La película todavía está en proceso de edición y espera ser estrenada oficialmente en Puerto Rico para octubre de este año. Antes del estreno oficial, la misma será presentada en festivales de cine que no están abiertos al público, porque son dirigidos a películas sin finalizar. Las seleccionadas reciben el dinero para la post producción. “Yo soy optimista: tengo una buena historia, excelentes actuaciones, elementos para una buena ronda”, expresó el director, productor y guionista.

“Soy muy metodológico; me gusta planificar las cosas con mucho tiempo. Trabajo con los actores, a veces hasta dos años. Aunque le doy al actor lo que necesita para crear su personaje y doy espacio, improviso poco. Soy creativo y estructurado. Armo la película después del guión. Voy viendo cuáles son las características de los personajes y saco inspiración de los demás. Si trabajas con un buen director de fotografía es maravilloso y uno puede nutrirse. Sin embargo, considero que las dos cosas más importantes en el cine son el guión y las actuaciones”, manifestó Gustavo antes de explicar que la película “El chata” fue producida por la Corporación de Cine de Puerto Rico y Studio Creativo. “La Corporación de Cine hizo una convocatoria nacional. Dicho sea de paso, fue la última que se hizo. A los trabajos seleccionados se les concedió un préstamo que hay que pagar”, especificó.

La trama de “El chata” se desarrolla en el barrio Las Curias de Cayey. (Foto suministrada)

Al momento de seleccionar el talento, el cineasta puertorriqueño fue serio y muy sensible. Los personajes que tardó tanto tiempo en crear tienen realidades fuertes y dolorosas. El guionista se siente sumamente satisfecho con su selección. Samuel, el protagonista que quiere recuperar su sitio como boxeador y padre de familia tras salir de la cárcel, es interpretado por Alexón Duprey. Mariana Monclova interpreta a Susana, esposa de Samuel. El hijo de Samuel y Susana, Samuelito, es interpretado por Gael Valentín. Modesto Lacén interpreta a Papillón, un individuo que se encarga de administrar peleas clandestinas. Camila Monclova es Fabi, la mejor amiga de Samuel, también aspirante a boxeadora.

“El chata”, con duración de una hora y dieciocho minutos -con fotografía de Willie Berrios, la producción ejecutiva de Sandra Huerto Acedo y producción de Carmen Díaz-, es un comentario sobre Puerto Rico con trascendencia e interés global porque tiene su enfoque en las relaciones y decisiones humanas. Gustavo Ramos Perales desea seguir haciendo comentarios con este enfoque, el cual es muy efectivo dado que lo que compartimos con todos los habitantes del planeta es nuestra humanidad.

El joven cineasta tiene muy definido lo que desea. “Me parece que, en los próximos cinco o seis años, veremos muy buen cine puertorriqueño. En estos momentos, profesionales que se prepararon bien están haciendo cine y entiendo que pasaremos por un momento de gloria. Destaco a Arí Maniel Cruz, Álvaro Aponte, Glorimar Marrero; personas que, antes de estudiar cine, sintieron la necesidad de hacerlo. Ahí está el secreto: sentir esa necesidad. Estamos pasando por un período de austeridad fuerte. Este momento es importante para el País: tenemos que transformarnos, como el chata”, menciona Ramos Perales, quien se encuentra al momento escribiendo una nueva película que aún no tiene título.

De cierta forma, Gustavo se asemeja al director norteamericano Stanley Kubrick, en el sentido de que este extraordinario cineasta tardaba años en planificar sus películas. Esto funcionó para Kubrick a niveles de genialidad; y, al parecer, funcionará igualmente para Ramos Perales, quien es un director de actores. Y, por lo pronto, esperaremos con ansias el estreno de “El chata” en los cines de Puerto Rico y estaremos pendientes al progreso de este talentoso cineasta puertorriqueño.