Retrato de una sociedad rota en “El Chata”

Personajes complejos protagonizan la ópera prima de Gustavo Ramos
Por Maria Ivette Vega Calles para El Nuevo Dia
La película en la que un boxeador quiere recuperar su sitio tras salir de la cárcel al director Gustavo Ramos le parecía haberla visto.
Por eso durante 12 años el cineasta fue dándole forma a la historia de “El chata”, su primer largometraje, que más allá de retratar la lucha de superación de un personaje se sumerge en el proceso de su reinserción en una sociedad caótica, teniendo como meta principal recuperar a su familia.
Más allá de retratar la lucha de superación de un personaje, el filme se sumerge en el proceso de su reinserción en una sociedad caótica. (Suministrada)
El personaje central de la historia es Samuel, interpretado por Alexón Duprey, un joven que sale de la cárcel luego de cumplir una sentencia de ocho años. Su deseo es recuperar a su familia, su esposa Susana (Mariana Monclova) y a su hijo Samuelito (Gael Valentín), y también el lugar que tenía en el boxeo. Pero muchas cosas han cambiado, su entrenador, Joe, ahora está entrenando a un nuevo prospecto, Víctor, por lo que para volver a conseguir su sitio, Samuel tiene que convertirse en su chata (“sparring”).
“Samuel pasó por muchas etapas. Empezó desde ser un hombre preso tranquilo que quería boxear, a convertirse en un hombre que no quería boxear sino recuperar a su familia. Es tímido, ensimismado, buscando una felicidad auténtica. Hice mucha investigación y conocí que muchos presos lo que más añoran es estar en familia. Así que pensé que Samuel no debía boxear porque esa película ya la había visto, la de la persona que sale y quiere volver a ser el campeón. Quería ver otra película. Por allí se fue transformando ‘El chata’”, relató Gustavo.
El director vivió cinco años en Europa, cuatro de ellos estudió cine en Madrid. La noche de su regreso a la Isla, cuando intentaba conciliar el sueño después de un largo día, lo estremecieron unos desesperados gritos de un niño que le imploraba a alguien “¡no mates a mi papá!”. Ese desgarrador grito de súplica precedió una ráfaga de tiros. Esa fue la bienvenida para Ramos.
“Caí en la cama sentado y lo más que me impresionó de eso fue que a nadie le importó. Nadie prendió la luz, ni hizo nada. De momento pensé que estábamos viviendo en una olla de presión, que ¿a dónde había vuelto? Como a los dos días me fui a caminar por el barrio y había muchas casas vacías, abandonadas, muchos deambulantes. Me encontré con un viejo amigo que habíamos estudiado juntos, estaba podrido en llagas. Le dio mucha contentura verme y como a los cinco días lo mataron. Luego pensé en la idea de contar la historia de un tipo que casi vive en una olla de presión, como si fuese un encierre selectivo y empecé a hacer investigación y me di cuenta que mucha gente que vivía en el barrio podía irse, pero no quería irse”, recordó el cineasta.
Esas experiencias propias de adaptarse nuevamente al país también le ayudaron a Gustavo a darle forma a la historia.
Por la complejidad de los personajes, el director tuvo claro que tenía que contar con buenos actores para representarlos.
Para hacer el papel de Samuel, Alexón tuvo que adentrarse en el estado mental del joven, quiendesde pequeño tuvo un entorno muy adverso. Al ser huérfano fue criado por un entrenador de boxeo, por lo que creció dentro del ring. Su destino era ser un campeón de dicho deporte, pero al meterse en malos pasos terminó en la cárcel. Para darle más credibilidad a su personaje Alexon tuvo que entrenarse en el boxeo durante dos años.
“La historia es sumamente intensa. Son unas situaciones muy duras y eso nos obligó a tener un proceso de preparación súper largo. Estuve dos años entrenando boxeo, entrenando la tonalidad física, conociendo gente de la cárcel, personas que eran chata de campeones. Todas estas experiencias de boxeadores que son chatas y habían estado en la cárcel tiene similitudes bien fuertes con este personaje. Esas situaciones bien extremas que parecieran que nadie las ha vivido, pues tuve la oportunidad esos dos años de verlas en carne viva”, afirmó Alexon.
Aunque para Mariana Monclova, adentrarse en la vida de Susana no requirió preparación física como en el caso de Alexon, sí tuvo que fortalecerse emocionalmente pues terminaba drenada por la situación que vivía su personaje, cuya realidad es totalmente distinta a la suya. El director destaca que Susana es uno de los personajes con quien el público creará más empatía.
“Actoralmente lo que me atrajo de Susana fue el reto que representó, porque tiene una realidad totalmente ajena a la mía. Y como público me atrajo su humanidad. Susana y Samuel no saben cómo empezar de cero. Fue un proceso bien fuerte. Recuerdo que un día llegué a mi casa después de estar filmando y me quedé dormida sentada. Por el desplazamiento de las emociones y sentimientos que hacemos para dar paso a los de los personajes, tenía un monólogo interno que era ver al niño recién nacido en mis brazos, mientras lo amamantaba, y luego imaginármelo como adolescente con el cuerpo baleado. Esas imágenes me venían a la mente constantemente. Fue bien drenante, pero valió la pena”, afirmó Mariana.
Modesto Lacén le da vida a Papillón, el personaje que representa la redención en la película. Papillón es un tipo de barrio, el que se encarga de administrar las peleas clandestinas donde boxea Samuel. Para Modesto representar este personaje también representó un gran reto, pues tuvo que enfrentar la violencia, acto con el que no se relaciona.
“El personaje me gusta porque es bien diferente a lo que suelo hacer. Desde el vestuario hasta la jerga de la calle de esta época. Para hacer el personaje vi vídeos para adaptar la jerga y también vi documentales sobre boxeo, para entender más ese mundo. Los boxeadores son gente que tienen mucha sed de triunfar y la mayoría son de clase pobre, entonces son gente que necesitan una superación moral, pero también vienen con una sed de lograr un éxito económico. El personaje es intenso, bien duro, tiene unas acciones violentas, y yo para nada soy violento. Me sacó de mi zona cómoda”, dijo el actor, quien recientemente ganó el premio de la Asociación de Cronistas deEspectáculos de Nueva York, en la categoría de mejor actor característico por su trabajo en “La esclava blanca”.
A Camila Monclova también le tocó despegarse de una realidad cercana a ella. Su personaje es Fabi, quien es la mejor amiga de Samuel, desde la infancia, y también comparte con él la pasión por el boxeo.
“Fabi se crió en el barrio. Es lesbiana y ya ella está en paz con eso, ya tuvo las peleas que iba a tener sobre eso en su entorno. Es bastante ruda, pero tiene a su pareja, con quien ella es todo ternura, y a su mejor amigo, Samuel. Pero con él es un tipo de relación como de hermanos. Ella es aspirante a boxeadora, pero por ser nena no la han querido entrenar, así que ella se entrena sola. El boxeo no es algo que aprendes en un año y ese es el tiempo que estuve entrenando. No sabía nada de boxeo. Me costó mucho el ejercicio, las dietas, la disciplina”, contó Monclova.
Para el director era importante que su película fuera un espejo donde pudiera reflejarse cualquier barrio latinoamericano, pero especialmente uno puertorriqueño.
“Creo que durante mucho tiempo el cine puertorriqueño estuvo hablando de personajes de otra época. Quizá miraban un puertorriqueño actual con algo de recelo. Me parece que hay una gama de directores muy buenos que salió, se preparó, volvió y nos vimos en el espejo y nos dimos cuenta de que hay que hablar de otras cosas”, aseguró Gustavo.
“El chata” debutará en el Festival Hecho en Europa, a final de marzo, y continuará por el circuito de festivales internacionales de cine, antes de llegar a las salas del país en octubre.
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