“El Chata” es un reflejo de la crisis en la isla

El filme puede describirse como un estudio de personajes que muestran cómo la negación, la inocencia, la furia y la resiliencia se convierten en salvavidas.
“El chata”, el excelente filme puertorriqueño que estrena hoy, es la primera oferta del cine nacional en presentar una de las muchas tragedias que son resultado directo de la crisis social y económica que ha arropado a Puerto Rico en años recientes.
El filme funciona como un espejo que refleja las vicisitudes de una familia que cada vez tiene menos recursos para enfrentar una marejada de problemas que aparentan no tener solución.
La ópera prima de Gustavo Ramos Perales cala hondo a nivel emocional y en sus mejores secuencias parece estar canalizando la voz de Manuel Zeno Gandía en “La charca” ante un marasmo cotidiano que pone en riesgo la sobrevivencia del personaje principal.
Afortunadamente para el público, el enfoque de este filme no es la fuerza opresiva y devastadora de algo tan deprimente. Como cineasta, Gustavo Ramos Perales está mucho más interesado en cómo el ser humano se adapta a sus circunstancias.
Como resultado de esto, el filme no es sobre cómo los personajes descubren la luz a final de un túnel largo y tenebroso. La película es un estudio de personajes que muestran cómo la negación, la inocencia, la furia y la resiliencia pueden ser los salvavidas más grandes cuando no queda ninguna otra forma de mantenerse a flote.
El talento indiscutible de Ramos Perales ha creado un filme impactante. La película tiene la urgencia apasionada de una denuncia, pero aterriza en la pantalla con la delicadeza y elegancia de una meditación profunda.
El eje de la trama es Samuel (Alexon Duprey) un joven que tiene el talento natural para ser un campeón de boxeo profesional, pero las malas decisiones lo llevan a convertirse en la figura que le da el título al filme; el boxeador que sube al ring para recibir golpes mientras otro entrena.
El público conoce a Samuel justo el día que sale de la cárcel y tiene que enfrentarse a su pasado. Eso incluye el potencial perdido de su habilidad atlética, una pareja (Mariana Monclova) que ha estado contando los segundos para que él regrese para poder largarse del pueblo, un hijo (José Gael Valentín) que no conoce y las amistades de su juventud (Modesto Lacén y Camila Monclova).
Al principio del filme, el protagonista parece estar firme en la decisión de aceptar cualquier trabajo para ahorrar y mudar a su familia a un lugar mejor. Sin embargo, el mundo de las peleas clandestinas y el asumir la posición de chata para un atleta que tiene su futuro por delante pone esto en riesgo.
Dado que Puerto Rico todavía se encuentra en la crisis que se dramatiza este filme, existe la posibilidad que la mayoría del público quiera escapar de esta realidad y no enfrentarla. Aún así, para los amantes del séptimo arte, el estreno de “El chata” debe ser visto como una celebración del talento de su director y guionista y unavisita obligatoria al cine.
Resulta extremadamente impresionante cómo -con pinceladas módicas y efectivas- la dirección de este filme evita todo lo que es malo en un melodrama y conecta con todo lo que es poderoso de este género como catarsis emocional.
De la misma forma que el personaje principal de este filme se merece algo mejor de lo que recibe de su medio ambiente, Gustavo Ramos Perales tiene un manejo del lenguaje audiovisual que debe ser explotado en más filmes.
En este que es su primero, el cineasta descubre el poder contundente del silencio y de dejar que la cámara simplemente capture el comportamiento de los personajes en la escena. El impacto dramático de esto es maximizado por un elenco maravilloso que no da ni una sola nota en falso.